COLUMNA DIVERTIDA
Cumpleaños Feliz
De
todos es bien conocido que en las peñas de Pamplona, como en toda organización
en la que prima el compañerismo y el buen hacer, se realizan pequeñas inocentadas
sin importancia que sirven como rito de
iniciación.
Aun
recuerdo el primer día que acudí a la plaza acompañando a la ilustrísima peña
Irrintzi, siguiendo la tradición familiar. Todo iba bien, o eso me parecía.
Quizá el nivel de sangre en el cuerpo era algo elevado o quizá los más de 40
grados de aquel día hicieran mella en
mis sentidos observatorios. El caso es que hasta el tercer toro todo iba bien,
merendamos. Me acuerdo que comí magras con tomate, caracoles y un extraño
cocido que el motivado de turno había preparado con toda su buena intención. Nadie
aceptaba el susodicho cocido, hasta que me llego a mi y, por no parecer
desagradecido acepte, cuando nadie miraba lógicamente tire la mitad, soy bueno
pero no tonto. Total, cigarrito para la digestión y seguimos. Mitad el cuarto
toro, había llegado la hora. Yo seguía tranquilo cantando y bebiendo hasta que
de repente un mozo que antes me había preguntado si era nuevo, y que yo había
tomado por una persona decente y amable cuyo único objetivo era que me sintiera
como en casa empezó en cantar a grito pelado: “cumpleaños feeeeliz, cumpleaños…”
le siguió toda la peña. Yo dada mi embriaguez y orgulloso de ser el centro de
atención levante las manos en un intento de agradecimiento ante esa gente que
me había acogido tan bien. Iluso de mí. No me había percatado de que mientras
me estaban cantando se había creado un diámetro de alrededor de un metro sin
nadie. la gente se había alejado de mi. Y al terminar todos de cantar cayeron
sobre mí todos los restos de la comida. Me tiraron langostinos, ajoarriero,
espaguetis, kalimotxo, todo el extraño cocido que tanta sensación había
causado. Me dejaron echo un cuadro de Kandinsky. Posteriormente un chica muy
maja me vino y me dijo: bienvenido mientras me tiraba un cubo de agua sobre mi
cabeza.
Este
sin duda constituye en recuerdo inolvidable que nunca olvidare. Así que ya sabéis,
si por algún motivo alguien os pregunta si soy nuevo negarlo. Negarlo con la
rotundidad y el aplomo con la que los antiguos judíos y musulmanes negaban su
credo ante la santa inquisición. Y si aun así oís cánticos que felicitan
vuestra presencia un año mas en la tierra mirar a vuestro alrededor, si os
encontráis solos, tiraros al suelo. Ese es mi consejo.
Eloy García Bernal
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