jueves, 23 de mayo de 2013


COLUMNA DIVERTIDA

Cumpleaños Feliz

De todos es bien conocido que en las peñas de Pamplona, como en toda organización en la que prima el compañerismo y el buen hacer, se realizan pequeñas inocentadas sin  importancia que sirven como rito de iniciación.
Aun recuerdo el primer día que acudí a la plaza acompañando a la ilustrísima peña Irrintzi, siguiendo la tradición familiar. Todo iba bien, o eso me parecía. Quizá el nivel de sangre en el cuerpo era algo elevado o quizá los más de 40 grados de aquel día  hicieran mella en mis sentidos observatorios. El caso es que hasta el tercer toro todo iba bien, merendamos. Me acuerdo que comí magras con tomate, caracoles y un extraño cocido que el motivado de turno había preparado con toda su buena intención. Nadie aceptaba el susodicho cocido, hasta que me llego a mi y, por no parecer desagradecido acepte, cuando nadie miraba lógicamente tire la mitad, soy bueno pero no tonto. Total, cigarrito para la digestión y seguimos. Mitad el cuarto toro, había llegado la hora. Yo seguía tranquilo cantando y bebiendo hasta que de repente un mozo que antes me había preguntado si era nuevo, y que yo había tomado por una persona decente y amable cuyo único objetivo era que me sintiera como en casa empezó en cantar a grito pelado: “cumpleaños feeeeliz, cumpleaños…” le siguió toda la peña. Yo dada mi embriaguez y orgulloso de ser el centro de atención levante las manos en un intento de agradecimiento ante esa gente que me había acogido tan bien. Iluso de mí. No me había percatado de que mientras me estaban cantando se había creado un diámetro de alrededor de un metro sin nadie. la gente se había alejado de mi. Y al terminar todos de cantar cayeron sobre mí todos los restos de la comida. Me tiraron langostinos, ajoarriero, espaguetis, kalimotxo, todo el extraño cocido que tanta sensación había causado. Me dejaron echo un cuadro de Kandinsky. Posteriormente un chica muy maja me vino y me dijo: bienvenido mientras me tiraba un cubo de agua sobre mi cabeza.
Este sin duda constituye en recuerdo inolvidable que nunca olvidare. Así que ya sabéis, si por algún motivo alguien os pregunta si soy nuevo negarlo. Negarlo con la rotundidad y el aplomo con la que los antiguos judíos y musulmanes negaban su credo ante la santa inquisición. Y si aun así oís cánticos que felicitan vuestra presencia un año mas en la tierra mirar a vuestro alrededor, si os encontráis solos, tiraros al suelo. Ese es mi consejo.
Eloy García Bernal

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